Si metes a una rata en una jaula electrificada y le das descargas sin que pueda evitarlo, rápidamente aprenderá que no tiene el control sobre esa situación y dejará de moverse. Simplemente aceptará que la resistencia es inútil, se rendirá, sufrirá sin más. Es lo que se llama indefensión aprendida. A los seres humanos nos pasa algo parecido. O eso o nos hemos vuelto gilipollas.
Ninguno de nuestros políticos aprueba en popularidad, pero seguimos votándolos religiosamente cada vez que hay elecciones. Sube la edad de jubilación, suben los precios, sube el paro y la respuesta es manifestarse con megáfonos y ollas, pensando que realmente va a servir de algo. Nos estamos hundiendo en la mierda, pero hay quien todavía cree que un presidente negro y de buena presencia, por el simple hecho de ser negro y de buena presencia, lo cambiará todo. ¿Qué es lo que falla?
Nos hemos vuelto demasiado ignorantes, demasiado vagos, demasiado políticamente correctos. La democracia, esa arma de doble filo, nos ha aborregado. Estoy convencido de que el mundo iba mejor cuando las manifestaciones se hacían con hoces y antorchas, asaltando prisiones y cortando cabezas. Que se lo pregunten a los gabachos.
Si Obama tiene un Nobel, el Sr. Guillotin se merece dos. |
Hace unas semanas leí un artículo en el que se decía que, en un plazo de unos cincuenta años, la economía mundial se irá a tomar por saco por culpa de la competencia entre el mercado asiático y el norteamericano. Ni crisis, ni pollas. Será el fin. Lo que venga después, nadie lo sabe. Quizá volvamos al trueque medieval o algo más al estilo Mad-Max. Aunque yo siempre fui más partidario de un apocalipsis zombie. Mucho más elegante, dónde va a parar...