martes, 29 de junio de 2010

Lo que falta es talento; lo que sobra...

Conduciendo hacia la playa oigo en la radio el anuncio de una academia de idiomas. No recuerdo las palabras exactas, pero viene siendo algo así:


Una entrevista de trabajo sin inglés: "El siguiente..."
Una entrevista de trabajo con inglés: "Ya le llamaremos..."
Una entrevista de trabajo con inglés de [nombre de la academia]: "¿Cuándo puede incorporarse?"


Nada más oírla, recuerdo, pienso y me río. Recuerdo cuando era pequeño, y en el colegio me amedrentaron con la fatalidad, letal de necesidad, de no saber inglés (una amenaza que mis profesores se empeñaron en mantener hasta hace bien poco). Pienso en que, mirando hacia atrás, la situación pinta absurda. Y me río de mi ignorancia y la de todos los que caímos (y siguen cayendo) en esa trampa.
Nos hicieron creer que sin inglés no llegaríamos a ningún lado, que no accederíamos a ningún puesto de trabajo, que no seríamos más que despojos. Años después me topo con que, efectivamente, me ha sido muy útil: para entender las letras de las canciones, leer artículos de ciencia (¡argh!), manejarme en Internet o darme un paseo por Irlanda. Pero para ser más capaz de todo, ni de lejos.
No conozco a nadie (exceptuando filólogos y traductores) que haya necesitado jamás el inglés para progresar como persona, ni proceso de selección en el que haya contado lo más mínimo el saber idiomas. Años y años comiéndonos el tarro, en un país en el que ni el presidente del Gobierno se puede valer por sí mismo para hablar con personalidades de fuera.

Con lo fácil que pudo haber sido...


Recuerdo algo que viví durante la carrera: un profesor nos dio a leer tres artículos en inglés como trabajo obligatorio para aprobar la asignatura, recalcando con bastante prepotencia que si no aprendíamos a manejarnos en ese idioma no llegaríamos a ningún lado. Uno de mis compañeros le preguntó si nuestro trabajo tendría que estar también redactado en inglés. Él contestó que no, que se lo entregásemos en castellano, que él no sabía inglés. Con dos cojones.