domingo, 6 de febrero de 2011

Sé lo que hiciste.

A la hora de redactar un currículum hay un par de normas a tener en cuenta: la primera, que nunca se debe mentir; la segunda, que siempre se debe exagerar todo lo que sea exagerable (y no contrastable). Por ejemplo, si alguna vez has ayudado a un compañero de instituto con los deberes ya puedes incluir una línea que diga "profesor particular de pasantía a alumnos de secundaria". O si te ha tocado vigilar a la abuela durante un fin de semana, bien puedes ser "cuidador de personas de tercera edad". O "canguro" si alguna vez el vecino te ha endosado a sus pequeños bastardos.

El truco está en adornar un poco la realidad y no avergonzarse de nada que se haya hecho. Más bien todo lo contrario: en un proceso de selección, presumir de experiencia es lo que te diferenciará de los demás candidatos, aunque tu experiencia sea de dudosa honorabilidad.

La imaginación no tiene límites. La vergüenza sí. Una lástima...


La puesta en práctica de estas ideas es un poco más difícil de lo que aparenta. Y no lo digo por experiencia propia (que sí, yo también he adornado mi currículum, y no, no me ha acarreado ningún dilema moral) sino por ciertas cosas que empiezo a ver en el mundo que nos rodea. Cosas de esas que podrían pasar desapercibidas hasta que te das cuenta de que alguien las ha hecho y puesto ahí, cosas que deberían estar incluidas en algunos currículum (sí, en plural se dice igual) pero cuya autoría es más desconocida que el paradero de Carmen Sandiego.


¿O acaso alguien sabe de dónde salen los vídeoclips (por llamarlos de alguna forma) que acompañan a las canciones de karaoke? Su calidad es muy inferior a la de un vídeo profesional pero muy superior a la del típico montaje del moviemaker que podríamos hacer cualquiera de nosotros. Por no hablar de esa extraña estética desfasada y esa obsesión por incluir paisajes montañosos, campos con flores o chicas en bikini. Entonces, ¿quién los crea y por qué?

Algo parecido ocurre con los juguetes sexuales, con la sutil diferencia de que las personas que los diseñan me parecen auténticos genios que deberían estar nominados para algún Nobel (me es indiferente que sea el de medicina, el de economía o el de la paz). Sin ellos, el mundo sería un lugar mucho más gris y la masturbación sería un simple pasatiempo vacío y no el octavo arte que es hoy en día.

Lo sé, soy un eterno utópico. Pero de verdad estoy convencido de que la vergüenza es el gran obstáculo de la humanidad. Si los creadores de vídeos de karaoke, los diseñadores de cipotes de goma, las actrices que anuncian productos para el picor vaginal, o las personas que donan su pelo para hacer pelucas fueran más visibles para la sociedad, todo iría como la seda. Al fin y al cabo, creo que son trabajos tan dignos como ser puta o estilista de Lady Gaga.

2 comentarios:

  1. Todo un manifiesto, sí.
    Carmen Sandiego rules, btw.

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  2. ¡Me has dejado sin palabras! ¡Y casi sin aire de lo que me he reído!

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