lunes, 11 de abril de 2011

Sinestesias.

En el cerebro hay una estructura, llamémosla tálamo, que funciona como una estación de relevo entre los sentidos y el cerebro pensante (la corteza). En ese lugar se filtra, procesa y codifica la información que entra a través de la vista, el oído, el gusto y el tacto, pero no del olfato. Éste es el único sentido que se libra de la censura del tálamo y entra directamente en la corteza límbica, que es la región cerebral que procesa las emociones, entre otras cosas. Es por ese motivo por el que lo olores son la sensación más pura y visceral que podemos percibir.

Como el primero, no hay ninguno. Por eso siempre me ponen nervioso.

A la hora de disfrutar de una persona, deberíamos hacerlo a través de todos los sentidos. A mí, por lo menos, es una lección que no se me olvida: me encanta ver una cara guapa en alguien bien vestido, buscar lunares y cicatrices en un cuerpo bonito, o comparar tonos de piel antes y después del verano; me excitan las voces sugerentes, lo susurros o los gemidos accidentales; me fascina el sabor del primer beso (y lo impaciente que me pongo por descubrirlo); y me vuelven loco las cosquillas en la cabeza, que me rocen las comisuras de los labios, me acaricien partes del cuerpo que igual no debería nombrar o que me den un meneo bien dado (creo que en esto último todos nacemos iguales).


Pero como dije al principio, el olor es una de las cosas más importantes. Y con esto no quiero decir que la colonia sea necesaria (que a veces es todo lo contrario), sino que un olor sugerente, sea natural o artificial, puede marcar la diferencia entre un "hasta luego" y un "¿cuándo nos volvemos a ver?". He estado con chicos que olían a Dolce&Gabanna (una de mis debilidades), a falta de higiene, a ropa nueva e incluso a detergente. Y luego están los que huelen a sí mismos. Esos... ¡esos sí que se saben saltarse el tálamo!

4 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo! de hecho, la memoria olfativa es tan brutal que a veces uno recuerda sensaciones pasadas solo gracias a su nariz y, por unos segundos, es incapaz de ubicarlas. En esos momentos de deriva sensorial, en los que los ùnicos paràmetros que apuntalan nuestros recuerdos son tan sutiles como los aromas que percibimos, los recuerdos cobran una intensidad increìble, que suele desvancerse en cuanto "domesticamos" el estìmulo...

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  2. Ya ves opino como Miguel. Es que hay personas que podrían ser perfectas, pero como tengan alitosis, les cante el ala o algo así... malo!! Y mira que yo no soy exquisito y tolero bastantes cosas, pero hay ciertas cuestiones por las que no paso (Afortunadamente eso ya pasó y ahora soy una persona felizmente enamorada desde hace ya casi 3 años y sin malos olores -Como con Airwik, me siento bien en casa- xD).

    Ahora en serio, las sensaciones son sin duda lo más importante así como todas las pequeñas cosas, los pequeños gestos (Incluso una mirada de las que atrapan puede ser una buena carta de presentación más que un cuerpo escultural o una belleza artificial).

    No pierdas esa perspectiva ni esas ganas de sentir, porque son las mejores y más auténticas ;)

    Un abrazo,

    Manu UC.

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  3. Has convertido la neurociencia en algo útil!!! ahora nunca se me olvidará que el olfato no pasa por el tálamo!! Deberías ser profesor de algo de esto, serían las únicas clases que llenaría aulas y la nota media sería 9.5!!!

    Raquel

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  4. A mi lo que me fascina son los olores de las casa. La casa de mi mejor amiga tenía un olor muy característico y tan suyo que se mudaron y se llevaron el olor con ellos. Era un olor agradable, olor a "casa de Elena".
    En otra ciudad, en un edificio que solía visitar frecuentemente había una puerta que desprendía ese mismo olor. Siempre que pasaba por allí fantaseaba con la idea de que se tratase de un pasadizo a la casa de mi amiga pero nunca tuve el valor de timbrar y comprobarlo.

    Un abrazo
    http://allsmall-delgado.blogspot.com/

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