miércoles, 14 de julio de 2010

Impredecible.

Si hay algo que se reproduce más rápidamente que los conejos, son las teorías (me escuece oír esta palabra usada con tanta ligereza) sobre las relaciones de pareja: que si buscamos que nuestro novio se parezca a nuestro padre (o a nuestra madre, en el caso de las novias), que si los hombres que más ligan son los que más se parecen a una mujer, que la infidelidad se lleva en los genes...

Una de las más curiosas es la que dice que las parejas más estables y duraderas son aquellas en las que los dos miembros están empatados en belleza. O sea, los feos con los feos y los guapos con los guapos. Me pregunto cómo cuantificó eso quien elaboró el postulado (¿un tribunal de expertos en guapología, quizá?), o qué clase de implicaciones puede tener para el futuro de la raza humana.

Otra, bastante arraigada en la cultura popular, es la que dice que el primer amor es el más grande y el que nunca se olvida. Como Rocío Jurado. Pero, ¿cuál es ese primer amor? En mi caso no acabo de verlo muy claro... ¿La niña que decidió ser mi novia en la guardería? ¿La chica por la que me quedé pillado en el colegio? ¿El primer chico con el que estuve saliendo (no sé si durante una semana o dos meses)?

La última que he escuchado (y que me ha encantado, no por veraz sino por original) es que las relaciones que funcionan son las impares. Es decir: en la primera relación lo das todo, en la segunda estás tan resentido que eres un hijo de puta, en la tercera ya te has recuperado y lo vuelves a dar todo, en la cuarta de nuevo eres un cabrón... y así hasta el infinito (o hasta donde nuestras artes amatorias nos lleven). Aquí la duda está en saber si los polvos, los rollos y los follamigos cuentan, o si sólo tenemos que quedarnos con las relaciones serias.

"Do you love me?", asked the old woman. "As long as you are my ugly number five", was answered.


No tengo absolutamente ningún motivo para creer en ninguna de estas teorías. De hecho, no entiendo por qué algunas personas se obsesionan buscando fórmulas para explicar y predecir su propia historia romántica. Francamente (recomiendo a los sensibles al azúcar que dejen de leer en este momento), para mí lo más bonito del amor es precisamente su aleatoriedad. ¿Qué gracia tendría si pudiéramos controlarlo?

Dos cosas están bien claras: de peces está el mar lleno. Y de tonterías, también.

1 comentario:

  1. ME ENCANTA TU BLOG...!!!! jajajaja, y tienes tanta razón en todo esto de las teorías... jajajajajajaja.. la de la belleza es la que más me gusta, por eso del tema un tanto narcisista, que se retroalimenta si ves al otro guapo, pq claro, si veo q mi novio guapo, es que yo tb me veo guapa, lo que provoca un estado de optimismo... me atrevería a decir que incluso liberamos unas maravillosas y adictivas endorfinillas... lo que nos hace verlo todo de color de rosa, con lo que mi novio será aún más guapo, y yo más guapa... OOOooohhhOOOhhhhh... Claro, luego hay que mirarse eso, pq si seguimos así y yo busco a mi padre en mi novio veo entonces muy guapo a mi padre... eso casi es incesto... uff, luego seré una desviada... no sé, esto no lo arregla ni Freud. Ahora este blog me agobia... así que lo dejo aquí...
    RAQUEL

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